—Valeria… no importa lo que haya pasado, no voy a dejarte sola a ti ni a nuestro hijo —dijo despacio, con voz firme, como una promesa.
Ella lo miró, con los ojos aún enrojecidos pero llenos de un destello de esperanza. Afuera, en el pasillo, el llanto claro del bebé resonó, como anunciando un nuevo comienzo… no solo para el niño, sino también para dos personas que alguna vez se habían perdido.
