Colgué el teléfono, respiré hondo…
y sonreí.
Porque mi venganza ya estaba lista.
No una venganza de rabia, sino una lección que él había necesitado durante mucho tiempo.
😌 Durante años, me tomaron por sentado
Mi hijo se había acostumbrado a:
usar mi casa como hotel,
usar mi dinero como si fuera suyo,
y tratar mi tiempo como si no valiera nada.
Nunca dije nada.
El amor de un padre a veces es demasiado silencioso.
Pero aquella llamada…
esa falta de respeto tan cómoda…
fue la gota que colmó el vaso.
Así que actué.
