En ocasiones se han utilizado las hojas para hacer decocciones a las que se atribuyen propiedades vermífugas en los niños. Externamente se utilizan para lavar ojos ulcerados y para hacer gargarismos.
Recientes estudios han demostrado que el fruto del tamarindo protege a los animales de laboratorio de la arteriosclerosis inducida por una dieta hipercolesterolémica. Adicionalmente un pequeño estudio clínico sugiere que el tamarindo mejora los niveles de colesterol total y reduce la presión diastólica.
