Aromatizar la leche: En una cacerola, vierte la leche entera y añade la ralladura de limón y el azúcar avainillado. Calienta a fuego medio, removiendo ocasionalmente, hasta que la leche comience a hervir. Este paso es crucial para infundir la leche con el delicioso aroma del limón.
Preparar la crema base: Mientras la leche se calienta, en un bol aparte, bate las yemas de huevo con el azúcar y la fécula de maíz. Mezcla bien hasta obtener una pasta homogénea y sin grumos. Asegúrate de que todos los ingredientes estén bien integrados para evitar que la crema quede con una textura irregular.
Espesar la crema: Una vez que la leche aromatizada haya hervido, reduce el fuego a bajo y agrega poco a poco la mezcla de yemas, batiendo continuamente con unas varillas. Es importante añadir la mezcla de yemas gradualmente para evitar que se cocinen demasiado rápido y se formen grumos. Continúa removiendo sin parar hasta que la crema espese y tenga una consistencia similar a la de una natilla ligera.
Añadir el toque de limón: Retira la cacerola del fuego y deja que la crema se enfríe un poco antes de incorporar el zumo de limón y la leche condensada. Bate bien hasta obtener una mezcla suave, homogénea y sin grumos. La leche condensada le dará un dulzor y una cremosidad irresistibles.
