¿Y si un simple vaso en ayunas te quitara el colesterol, los picos de azúcar y la panza hinchada?
Imagina esto: abres los ojos, todavía con la almohada marcada en la cara, y en menos de 30 segundos te tomas un vaso cremoso, ligeramente dulce, con aroma a nuez tostada que se desliza suave por la garganta y te deja una sensación de “ya estoy bien” desde el primer sorbo.
No es leche de almendra de $80 pesos el litro.
No es un licuado verde que sabe a césped.
Es agua de avena remojada.
Sí, la misma avena que tienes olvidada en la despensa desde el año pasado.
Y lo mejor: tu abuelita ya lo sabía, pero ahora la ciencia lo confirma con números que dan flojera discutir.
El ritual mexicano que está cambiando mañanas enteras (y análisis de sangre)
