No se trata solo de comer menos: muchas veces, la persona pierde el interés por la comida porque está cansada, deprimida o siente molestias al digerir. Lo importante es no forzar, sino buscar apoyo médico, ofrecer alimentos suaves y mantener la hidratación. Escuchar sus preferencias también es una forma de cuidado.
2. Cansancio permanente y debilidad general
Si antes tu ser querido caminaba con soltura y ahora se fatiga con facilidad, no lo tomes como algo normal. La fatiga constante y la pérdida de energía suelen indicar que el cuerpo está conservando recursos, ya sea por un problema cardíaco, respiratorio o simplemente por envejecimiento avanzado.
Dormir más horas, moverse menos o tener dificultades para realizar tareas simples son señales de que necesita más ayuda y acompañamiento. En este punto, la paciencia y la empatía son tan importantes como los medicamentos. No se trata de exigir movimiento, sino de ofrecer presencia y apoyo.
3. Desorientación, confusión o retraimiento emocional
Cuando una persona mayor empieza a olvidarse de cosas básicas, pierde el hilo de una conversación o se muestra desconectada, no siempre se trata de demencia. Puede ser que su cerebro esté recibiendo menos oxígeno o estímulos, o que el cansancio mental le impida concentrarse.
