2 – FATIGA EXTREMA La fatiga no siempre está relacionada con problemas hepáticos. Un simple virus puede dejarlo fuera de combate durante unos días. Sin embargo, si lleva varios días tan cansado que no puede realizar sus actividades diarias, acuda al médico. Un hígado enfermo (cáncer de hígado, cirrosis, hígado graso, etc.) tiene dificultades para absorber las vitaminas y los minerales necesarios para el correcto funcionamiento del organismo, lo que le impide rendir al máximo.
3 – NÁUSEAS, SENSACIÓN DE PESADILLA. Con un hígado congestionado, el cuerpo ya no puede eliminar las toxinas correctamente y comienza a almacenarlas en la grasa celular. No importa cuánto ejercicio hagas o vayas al gimnasio, tu hígado seguirá sobrecargado. No te apetece desayunar por la mañana porque te despiertas con náuseas. Sientes náuseas con facilidad y, después de las comidas, probablemente quieras echarte una siesta. Es evidente que tu hígado te está diciendo que necesita cuidarse.
