Atendiendo el parto de su exnovia, el médico se queda pálido al ver al bebé que acaba de nacer

La enfermera extendió las manos para recibir al bebé, pero Alejandro permaneció inmóvil unos segundos antes de reaccionar. Acarició suavemente la mejilla del pequeño y luego lo entregó para que lo limpiaran y lo envolvieran.

Valeria yacía en la cama, respirando con dificultad, evitando su mirada cuando él se acercó.
—¿Por qué… no me lo dijiste? —preguntó Alejandro con voz quebrada.

Valeria se mordió el labio, con lágrimas resbalando por sus mejillas.
—Yo… pensaba decírtelo. Pero en ese momento todo se volvió un caos. Mi familia me presionaba, tú estabas ocupado… Tenía miedo de que me odiaras, miedo de que me dejaras…

Alejandro guardó silencio, bajando la vista hacia el bebé que le devolvieron, y lo tomó con manos temblorosas. Una sensación extraña, mezcla de familiaridad y descubrimiento, lo envolvió. Un instinto poderoso emergió en él: el instinto de un padre.