Se despertó con el pecho apretado, pero sin tiempo de ponerse a llorar. La vida no se detenía. En el camión, Renata no hablaba tanto como otros días. Iba mirando por la ventana medio dormida. Claudia se acomodó el suéter en los hombros tratando de pensar en otra cosa, pero no podía.
El recuerdo de la llamada que recibió aquella madrugada volvía como si fuera una película Su esposo iba manejando rumbo al trabajo. Llovía, se derrapó. Nunca llegó, nunca volvió. Desde entonces todo cambió. Al llegar a la casa de Leonardo, el ambiente también se sentía distinto. Estaba más silenciosa de lo normal. José lo saludó, pero sin esa sonrisa de siempre. Marta tampoco dijo mucho.
Claudia dejó a Renata en su rincón del jardín con los colores y se puso a trabajar, aunque con la mente en otro lado. Mientras tallaba la cocina, se acordó de como su esposo le decía que algún día tendrían una casa así con árboles y ventanas grandes decía. Claudia solo respondía con una sonrisa porque no se imaginaba algo tan lejano.
Y ahora estaba en una casa así, pero trabajando, no viviendo. Y sola. Siempre sola. Cerca del mediodía, mientras lavaba los baños del primer piso, Leonardo bajó, la vio y se detuvo. No fue como las veces anteriores. No llevaba prisa ni papeles en la mano, solo estaba ahí. Claudia lo saludó con la voz baja. Él la miró fijamente y le preguntó si tenía un minuto. Ella pensó que era por algo del trabajo, pero asintió y lo siguió hasta el estudio.
Ahí Leonardo se sentó en uno de los sillones y le señaló el otro para que ella también lo hiciera. Claudia se sentó con las manos en las piernas sin saber qué esperar. Él se quedó en silencio unos segundos mirando hacia la ventana. Luego habló.
le dijo que había estado pensando en muchas cosas, que ver a Renata lo había hecho recordar, que no había hablado de eso en mucho tiempo. Claudia solo lo escuchaba. Sin interrumpir, Leonardo le contó que su esposa, Daniela, había sido diagnosticada con cáncer dos años después de casarse, que al principio pensaron que se iba a curar, que iba a ser solo una etapa difícil, pero no fue así, que la vio apagarse poco a poco, que vivió la enfermedad con ella día por día, noche por noche, que lo intentaron todo, viajes, tratamientos, doctores, nada sirvió. murió en casa en su cama una madrugada. Leonardo la vio irse, no
se despidió, solo se fue. Claudia sintió un nudo en la garganta. No sabía qué decir, solo lo miraba con los ojos abiertos, aguantando las ganas de llorar. Leonardo respiró hondo y dijo que después de eso apagó todo, que no quería ver a nadie, no quería hablar, no quería sentir, solo se metió al trabajo, a los números, a los correos, a las juntas y que así había vivido hasta que apareció esa niña.
