LA HUMILDE EMPLEADA DE LIMPIEZA LLEVA A SU PEQUEÑA HIJA AL TRABAJO PORQUE NO TENÍA OTRA OPCIÓN — PERO NADIE IMAGINÓ QUE EL GESTO DEL MILLONARIO DESPUÉS DE ESO DEJARÍA A TODOS EN SHOCK

Claudia ya había buscado guarderías, pero no le alcanzaba ni para la más barata y no tenía familia que pudiera ayudarle. Las cosas eran como eran.

A las 6:15 despertó a Renata con un beso en la frente. La niña abrió los ojos con flojera, se estiró y preguntó lo mismo que todos los días. Hoy vas a trabajar, mamá. Claudia sonrió y le respondió que sí, pero que iba a ir con ella, como otras veces.

Renata asintió contenta porque le gustaba la casa grande. Decía que parecía castillo. Aunque no la dejaban tocar casi nada, ella igual se sentía feliz solo de estar ahí.

Mientras la vestía, Claudia le repetía una y otra vez que no hiciera ruido, que no tocara nada sin permiso, que no corriera por los pasillos y que no entrara al despacho del señor Leonardo. Es muy importante que seas bien portada, mi hija. Yo necesito este trabajo.

Le decía con tono firme pero dulce. Salieron de la casa a las 7 en punto, como siempre. Caminaban cuatro cuadras hasta la parada del camión. Claudia con su mochila colgada al hombro y una bolsa con algo de comida.

Y Renata con una mochilita rosada donde llevaba unos juguetes pequeños y una libreta para dibujar, subieron al camión como cada mañana entre empujones y Claudia se aseguró de que la niña estuviera bien sentada junto a la ventana.

El trayecto duraba unos 40 minutos y Renata lo pasaba mirando los carros, la gente, los perros callejeros y preguntando cosas sin parar. Claudia contestaba lo que podía, aunque a veces no tenía cabeza para nada.